- 31 Ago 2018, 14:21
#12349
Tengo cierta tendencia a comparar lo que ocurre en el mundo del café con lo que pasa con otros productos, bebidas o commodities, sobre todo cuando están de moda.
Hoy me he encontrado con un artículo sobre cervezas industriales https://elcomidista.elpais.com/elcomidi ... 37347.html y no he podido evitar la comparación con los cafés “industriales”.
Empiezo con lo que comenta Joan Villar i Martí, autor del blog Birraire y organizador del Barcelona Beer Festival. “Es un producto estandarizado que quiere llegar al máximo número de personas; o lo que es lo mismo, 'ofender' al mínimo número de paladares. En muchos casos, se trata de buscar el nivel de carácter mínimo para que no resulte una cerveza insulsa, pero a la vez sin que un exceso en algún matiz haga que algunos consumidores la descarten. Se homogeneizan aromas y sabores, y terminan en muchos casos siendo productos similares que distan pocos los unos de los otros”.
Hace algún tiempo un miembro de la junta directiva de Cerveceros de España, entidad que agrupa a los productores de cerveza, decía que cualquier marca era capaz de hacer una cerveza mucho mejor que la que hace, que no es muy buena, sin elevar el coste de la producción, pero que los consumidores españoles se negarían a aceptarla porque la que les gusta es la “mala”. Estoy seguro de que, en el mundo del café industrial, si quitamos el café basura, pasa exactamente lo mismo. ¿Creéis que Illy, con su tremendo potencial, no sabe hacer un café mejor que el que hace y al mismo precio,o lo que busca es que su café guste por igual en Melbourne, en Boston o en Tokio?
El periodista Salvador Garcia-Arbós, experto en cervezas, dice: “Entre haters, trols y los del postureo de la cerveza artesanas…. Muchos de estos supuestos expertos, que se tiran de los pelos con ciertas marcas, no podrían distinguir dichas cervezas en una cata a ciegas. Se han hecho pruebas que así lo demuestran”. ¿Sería muy distinto con el café?
Albert Viaplana, maestro cervecero de la marca Moritz, coincide con el argumento de la cata a ciegas: pocos pasarían la prueba y añade: “En el mercado de la cerveza industrial, una cerveza mala sería una cerveza que tiene un error o un defecto en su proceso de producción. Se marca una frontera en ese punto, y si el proceso de producción ha sido correcto, a partir de ahí entran los gustos personales de cada uno”. Ese punto sería lo que yo he llamado más arriba café basura y que creo que se entiende a qué me refiero.
También me parece importante el comentario sobre la contextualización. No es lo mismo “crear” una cerveza (o un café) para tomarla en el Mediterraneo que para hacerlo en Islandia porque los hábitos de consumo, las técnicas y el contexto social y meteorológico son muy diferentes.
Hoy me he encontrado con un artículo sobre cervezas industriales https://elcomidista.elpais.com/elcomidi ... 37347.html y no he podido evitar la comparación con los cafés “industriales”.
Empiezo con lo que comenta Joan Villar i Martí, autor del blog Birraire y organizador del Barcelona Beer Festival. “Es un producto estandarizado que quiere llegar al máximo número de personas; o lo que es lo mismo, 'ofender' al mínimo número de paladares. En muchos casos, se trata de buscar el nivel de carácter mínimo para que no resulte una cerveza insulsa, pero a la vez sin que un exceso en algún matiz haga que algunos consumidores la descarten. Se homogeneizan aromas y sabores, y terminan en muchos casos siendo productos similares que distan pocos los unos de los otros”.
Hace algún tiempo un miembro de la junta directiva de Cerveceros de España, entidad que agrupa a los productores de cerveza, decía que cualquier marca era capaz de hacer una cerveza mucho mejor que la que hace, que no es muy buena, sin elevar el coste de la producción, pero que los consumidores españoles se negarían a aceptarla porque la que les gusta es la “mala”. Estoy seguro de que, en el mundo del café industrial, si quitamos el café basura, pasa exactamente lo mismo. ¿Creéis que Illy, con su tremendo potencial, no sabe hacer un café mejor que el que hace y al mismo precio,o lo que busca es que su café guste por igual en Melbourne, en Boston o en Tokio?
El periodista Salvador Garcia-Arbós, experto en cervezas, dice: “Entre haters, trols y los del postureo de la cerveza artesanas…. Muchos de estos supuestos expertos, que se tiran de los pelos con ciertas marcas, no podrían distinguir dichas cervezas en una cata a ciegas. Se han hecho pruebas que así lo demuestran”. ¿Sería muy distinto con el café?
Albert Viaplana, maestro cervecero de la marca Moritz, coincide con el argumento de la cata a ciegas: pocos pasarían la prueba y añade: “En el mercado de la cerveza industrial, una cerveza mala sería una cerveza que tiene un error o un defecto en su proceso de producción. Se marca una frontera en ese punto, y si el proceso de producción ha sido correcto, a partir de ahí entran los gustos personales de cada uno”. Ese punto sería lo que yo he llamado más arriba café basura y que creo que se entiende a qué me refiero.
También me parece importante el comentario sobre la contextualización. No es lo mismo “crear” una cerveza (o un café) para tomarla en el Mediterraneo que para hacerlo en Islandia porque los hábitos de consumo, las técnicas y el contexto social y meteorológico son muy diferentes.
Entre aconsejar bien y aconsejar mal hay un honrado término medio: no dar consejos