El café en Viena
La fundación del primer local dedicado a la preparación y venta de café en Viena, es considerada como el inicio de la historia del café en Europa.
Cuenta la “leyenda Kolschitzky” que después de la derrota del ejército otomano en el Segundo Sitio de Viena, en 1683, los austriacos encontraron cientos de sacos de granos de café abandonados por los vencidos. Pocos sabían lo que eran y menos aun los que sabían qué hacer con ellos, así que el emperador de Austria le regaló 300 sacos a Franz George Kolschitzky, un comerciante polaco que había luchado fielmente en sus filas.
Kolschitzky había viajado a algunos países árabes y sabía del éxito de esta bebida por esas tierras, así que, a pesar de los primeros fracasos, no cesó en su empeño de introducir el hábito del consumo del café en Austria, convencido que podría ser un buen negocio.
Tiempo después abría su cafetería, la primera de Austria. Le puso el nombre de Zur Blauen Flasche, La Botella Azul, y como novedad a la preparación turca tradicional, el filtraba el polvo del café y le agregaba tres cucharadas de leche y miel para suavizar su sabor. Probablemente fue esta modificación de la bebida original lo que favoreció su rápida y amplia acogida entre la sociedad vienesa. La leyenda asegura también, que puso periódicos a disposición de su clientela, convirtiendo así el café, en un lugar de reunión. Además, y para servir con el café, pidió al pastelero, que creara un bizcocho, con forma de media luna, en memoria de la victoria sobre el ejército otomano -bandera con la luna creciente-, y que sirviera también como homenaje a la contribución del gremio de panaderos y pasteleros a la causa, ya que fueron ellos, los que avisaron de la llegada del ejercito enemigo que atacó de noche. El resultado del encargo de Kolschitzky fue el Kippfel o Croissant.
Fuentes más fiables atribuyen al armenio Johannes Diodato el monopolio de la venta de café en la ciudad entre 1685 y 1705, en recompensa por sus servicios como mensajero. Sin embargo Diodato se vio inmerso en una serie de intrigas que culminaron con la ruina de su negocio, circunstancia que aprovecharon otros cuatro armenios, Devich, de Luca, Ben y Perg para obtener la concesión de vender café en Viena durante la regencia del emperador Leopoldo.
Leyenda o no, hoy existe una calle en honor a Kolschitzky, así como una estatua que le recuerda como héroe de Viena – no se sabe muy bien si por su apoyo a la lucha contra los turcos o porque descubrió el café a los vieneses - y su nombre ha quedado ligado para siempre con el café, en general y con el sector cafetero austriaco, en particular.
Ejemplo de ello, fue la decisión de Julius Meinl de construir en 1891 una moderna planta de tueste de café en el mismo lugar en el que se habían encontrado, dos siglos atrás, los sacos de café que permitieron a Kolschitzky abrir su establecimiento. Incluso el logo de la marca recuerda ese hecho histórico.
Bibliografía: Wien Geschichte Wiki, Café Wien y Forúm Café
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