El martes estuve visitando a uno de los dos cafeteros citados en la guía "L’eccellenza delle torrefazioni italiane"
http://torrefazioni.digitalmakers.it/torrefattori/ Se trata de Caffé Delizia, en Bacoli.
http://www.caffedelizia.eu/ita/index.php
Allí nos recibieron el maestro torrefactor, Nicola Scamardella, su hermana Chiara y su esposa Maria.
Nos enseñaron el tostador y hablamos, largo y tendido, sobre tuestes, gustos y hábitos de consumo, métodos, etc.
Tuestan, con leña de roble, con un proceso muy lento, de hasta 45 minutos, siguiendo la tradición familiar y adaptándose a gustos más actuales.
Nos cuenta que el boom de los tostadores artesanales y el servicio en el propio bar surge en Nápoles después de la guerra por la necesidad de controlar todo el proceso desde que reciben el grano verde; haciendo que del tueste a la taza solo haya unos metros de distancia. Siguiendo ese modelo, desde hace unos pocos meses, han abierto un pequeño bar junto a la torrefazione. Allí probamos la Miscela Espresso, que nos encantó.
Le comento lo del PID a 99 en Sorrento y se extraña tanto como yo. Aconseja una temperatura de 89 grados para sus café, nunca más de 90, para potenciar la acidez.
Con la humildad y modestia que ya he comentado, nos cuenta que, para bien o para mal, el café que gusta en el Sur es así, lejos de los tuestes más claros, aunque él intenta una evolución a medio camino. Eso sí, habla con orgullo de la figura del barista napolitano cuya amabilidad y técnica son capaces de mejorar un café discreto. Nos comenta que la costumbre del vaso de agua y la técnica de la cucharilla para evitar una gota indeseada se han exportado desde Nápoles a todo el mundo.
Cuando le pregunté si le gustaba el café con azúcar o sin ella, me respondió que a él, personalmente, sin azúcar pero que no le parece mal que se añada una "puntita" de azúcar. Me dijo: Sin azúcar es más fácil descubrir los defectos, con una punta de azúcar se realzan las virtudes.
Nos habla muy bien de otros tostadores artesanos de la zona: Caffè Campana, en Torre Annunziata, Maresca, en Piano di Sorrento (del que ya hice una revisión), otro de Anacapri que no recuerdo y algunos más.
En definitiva, una experiencia muy agradable de la que me dejo muchas cosa pero que demuestran, una vez más, que el café es un vínculo de unión.
Muchas gracias a Nicola, Chiara y Maria por su amabilidad, gentileza y hospitalidad. Grazzie mille.
Entre aconsejar bien y aconsejar mal hay un honrado término medio: no dar consejos